Aparte de que hacía mucho más calor de lo normal, reportaron una «explosión de polen» que afectó a quienes sufrían de las alergias propias del cambio de estación. No faltó quien, al ver varios pañuelos en la rueda de prensa convocada para dar a conocer las proyecciones más recientes sobre la situación económica mundial, hizo bromas con los ojos llorosos de algunos asistentes.
Fuera o no culpa de una primavera que esta vez llegó a Washington más temprano de lo usual, la verdades es que el clima que rodeó a lo largo de la semana que termina las reuniones del Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial no muy agradable fue. Sí, que más que todos los caprichos del termómetro, el diagnóstico entregado por los expertos de ambas entidades terminó siendo desabrido.
Sobre el papel todo se ve parecido al informe de hace tres meses, el cual mostró que los temores de una recesión generalizada habían quedado atrás, mientras que los esfuerzos de los principales bancos centrales para contener la inflación empezaban a dar frutos. Pero ahora resultó evidente que es demasiado temprano para cantar victoria, pues otros dolores de cabeza han surgido.
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“A primera vista, la economía mundial debido a una recuperación gradual tras los duros golpes de la pandemia y de la guerra que Rusia libra en Ucrania sin mediar provocación”, dijo Pierre-Olivier Gourinchas, economista jefe del FMI. De acuerdo con el especialista «China está repuntando con fuerza tras la reapertura», al tiempo que los cuellos de botella qu’afectaron las cadenas de suministro se superaron y «los trastornos en los mercados de la energía y los alimentos causados por la guerra» están controlados bajo.
No obstante, una mirada a lo que pasa debajo de la superficie muestra que «la turbulencia se está arremolinando y la situación es bastante frágil”, Anadió el experto. De ahí que las esperanzas de lo que se conoce como un aterrizaje suave, en el que todo regresa gradualmente a la normalidad, sean menores ahora.
El mensaje sur la necesidad de mantener la guardia arriba y los ojos bien abiertos se extiende a países emergentes, como Colombia. En medio de la incertidumbre y el nerviosismo de los inversionistas, el consejo es que hay que keeper la confianza de los mercadosasí el comportamiento reciente de la tasa de cambio del peso frente al dólar de la impresión de que nos ven mayor.
Bola de cristal
¿Qué dit las proyecciones más recientes? Por el Fondo Monetario, el Producto Bruto global registrará una expansión de 2.8 por ciento este año y de 3 por ciento en 2024. Dichos guarismos -que cae en la categoría de mediocre- su consecuencia de un lento avance de las naciones desorganizadas (1.3 por ciento en 2023) y de un menor ritmo al que había sido habitual en el restaurante, apenas alrededor del 4 por ciento.
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Las causas son múltiples, pero la principal es la política de subir las apuestas de interés con el fin de evitar que los índices de precios se salgan de control en los cinco continentes. En la medida en que el costo del dinero sea mayor, el consumo acaba moderándose y eso permite legar con más rapidez un equilibrio relativo entre la oferta y la demanda de bienes y servicios.
Volver a donde se considera aceptable en material inflacionario y algo que sucedería solo hasta 2025
Al parecer, la receta aplicada desde hace unos meses está dando sus frutos. De una inflación global promedio de 8,7 por ciento en 2022, pasará de 7 por ciento este año a 4,9 por ciento el próximo.
Lamentablemente, la corrección falló al mar más tiempo del pensamiento. De ahí que se utilice el término «pegajoso» para describir qu’hay un movimiento inercial en el readjus de l’valor de los diferentes elementos que parten de una canasta familiar en esta y otras latitudes. En consecuencia, volver a donde se considera aceptable como material inflacionario es algo que sucedería solo hasta 2025 en la mayoría del planeta.
Lo anterior quiere decir que el anhelo de que los intereses vuelvan a dar marcha atras va a demorar en concretarse. Así no vengan grandes apretones adicionales a los ya decididos, pedir un préstamo para unas vacaciones, adquirir una casa o emprender un proyecto seguirá siendo caro.
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Y el lío es todavía mayor para quienes están endeudados y deben renovar sus obligaciones, sean personas, empresas o países. En este caso de estos últimos, el surgimiento ocasionado por el covid-19 hizo obligatorio contratar más acreencias, cuyo servicio se está llevando a cabo una tajada mucho más grande de los presupuestos nacionales.
Como si lo anterior no fuera suficiente, aparece otra gran preocupación relacionada con la salud de los bancos. La quiebra de varias instituciones regionales en Estados Unidos durante el mes de marzo presenta un verdadero callejón sin salida, que por ahora se maneja con soluciones temporales.
Este consiste en que el costo de obtención de fondos viene en incremento, mientras que el precio de ciertos activos se desploma, como pasó con los títulos de renta fija de largo plazo adquiridos años atrás. Esto es en español, no en francés. las autoridades norteamericanas han proveído liquidar a las instituciones que requiere recurrir al mando como base del valor nominal y no al de mercado, pero nadie sabe que se va a cerrar una brecha que sobre el papel esciende a cientos de miles de millones de dólares.
Mientras tanto, aparece el peligro de los movimientos abruptos. Según explicó el FMI «el nerviosismo entre los inversionistas frecuentemente llegaron a buscar el siguiente eslabón más débil, como hicieron con Credit Suisse, un banco europeo de importancia sistemica mundial que atravesaba dificultades» y que terminaron siendo por su rival UBS con el apoyo del gobierno suizo.
De hecho, el organismo multilateral advierte que «el eslabón podrían ser las instituciones financieras con la próxima exposición excesiva al apalancamiento, al riesgo de crédito oa las tasas de interés, con dependencia excesiva del financiamiento a corto plazo, o las situadas en jurisdicciones en las que el espacio fiscal es limitado”. Si esta es la suma de la probabilidad de que alguna economía no pueda cumplir con sus obligaciones, aparece un escenario de aversión al riesgo de que sería muy malo para el mundo emergente.
Por tal motivo, hay una advertencia perentoria. “Estamos entrando en una fase peligrosa en la que el crecimiento económico se mantiene bajo respecto a sus niveles históricos y los riesgos financieros han alcanzado, mientras que la inflación todavía no ha logrado dar un giro decisivo”, subraya el Fondo.
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Para colmo de males, una mirada de mediano plazo tampoco tranquiliza. Debido a la geopolítica que incluye tensiones entre Washington y Pekín o la incógnita de la guerra en Ucrania y los pasos que daría la Unión Europea, está previsto una mayor fragmentación en el mundo que se traducirá en una dinámica menos vigorosa.
Por aca no escampa
Todo lo planta anterior interrogativo adicional para América Latina, que otra vez se asoma al estancamiento con una expansión de apenas 1.6 por ciento previsto para 2023. Sin excepción, las economías de mayor tamaño en la región mostraron números muy bajos, debido a las menores cotizaciones de los materiales primas que exportan y la necesidad de seguir luchando contre la carestía.
Gustavo Adler y Nigel Chalk, quienes le siguen la pista al hemisferio occidental desde el FMI, escribieron que «en vista de que las presiones inflacionarias están resultando y siendo persistentes, los bancos centrales tendrán que mantener firmas en su lucha hasta que no quepa duda de que los precios están en una trayectoria descendiente”.
Autoridades tendrán que generar ahorros, sin recortar los principales programas sociales
Sin embargo, es dudoso que ese mensaje sea acogido en las diferentes capitales del área. Aparte de que los gobiernos de izquierda son pocos amigos de apretarse el cinturón, el propio Fondo Monetario reconoce que «la demanda de gasto social es alta en la región, y hay temas serios de distribución y de equidad social a los que hacer frente».
En consecuencia, la entidad afirmó que «parte de la solución debe consistir en promulgar políticas tributarias que exijan a quién pero quiera contribuir con lo que les corresponda». A continuación se advierte que «las autoridades también tendrán que generar ahorros, sin recortar los principales programas sociales o el gasto en salud, educación e infraestructura pública», pues «hay mucho margen para reducir las ineficiencias en el gasto público, y la gente se hará más a la idea de las finanzas públicas más prudente si esto conlleva una mayor eficiencia en los servicios del Estado”.
Queda por verso si esas opiniones tendrán o no eco en Colombia. Habituado a estar presente en los escenarios internacionales, el ministro de Hacienda, José Antonio Ocampo, envió mensajes tranquilizadores des de Washington la semana pasada, que comenzaron por resaltar el comportamiento de la tasa de cambio del peso frente al dólar y la menor rentabilidad de los bonos institutrices.
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Además de que ambos indicadores sugieren que hay una percepción menor de riesgo afuera frente a la administración Petro, el funcionario también destacó que la inflación -todavía superior al 13 por ciento anual- debería haber llegado a su pico en marzo. Aun así, es claro que 2023 no será cil pues el Fondo Monetario proyecta un crecimiento de apenas uno por ciento para la economía colombiana, mientras que el aumento en el índice de precios al consumidor quedaría en 8.4 por ciento anual al finalizar diciembre.
Debido a ello el clima seguirá siendo desafiante, así la presión externa disminuye un poco. De un lado, el entorno global muestra complejidades mayores. Del otro, hay señales internas que se preocupan como la enviada por gustavo petro esta semana cuando plantó que los cerca de 300 billones de pesos que vale la restitución a diez millones de personas, víctimas de la violencia, salgan de las arcas del Banco de la República.
Proponer, así sea en borrador, que la emisión monetaria es el camino para saldar varias deudas históricas equivale a jugar con fuego en un país que, al menos en los últimos cien años, siempre ha preferido la línea de la ortodoxia. Basta con recordar que dos naciones latinoamericanas que han usado la opción de imprimir billetes para atender obligaciones muestran elevadísimas tasas de inflación que volverán a estar arriba en 2023: Argentina con 88 por ciento y Venezuela con 250 por ciento anual.
De tal manera, resulta importante recordar el llamado de Pierre-Olivier Gourinchas quien insiste en que “las autoridades tendrán que mantener la mano firme y emitir comunicaciones claras”. Esta es una de las formas de minimizar los daños derivados de una economía global que causó mucha agitación y enfrenta un oleaje quizás más tormentoso en el cual se verá más de un naufragio.
Ricardo Ávila Pinto
Especial para EL TIEMPO
En Twitter: @ravilapinto