El equipo de la ONU liderado por la representante especial sobre violencia sexual en conflictos, Pramila Patten, obtuvo en su visita de 17 días a Israel “información clara y convincente” de que algunos rehenes en la franja de Gaza han sufrido distintas formas de violencia sexual. Las milicias palestinas capturaron a más de 240 personas en el ataque del 7 de octubre y entregaron cerca de la mitad en un canje en noviembre. En sus conclusiones, presentadas este lunes en Nueva York, la misión de Naciones Unidas afirma tener, asimismo, “motivos para creer” que durante aquel ataque, organizado por Hamás y que causó unos 1.200 muertos, también se produjeron actos de violencia sexual en al menos tres ubicaciones en torno a Gaza, “incluido en forma de violación y violación grupal”. El equipo de Patten ha estado en contacto con “múltiples fuentes independientes” para la elaboración de este informe. Hay, además, “información creíble circunstancial” que apunta a otras formas de violencia sexual, como la tortura sexualizada o la mutilación genital. La difusión del informe ha generado un nuevo incidente con el secretario general de Naciones Unidas, António Guterres. Israel lo acusa de “intentar silenciarlo” y ha llamado a consultas a su embajador ante la ONU, Gilad Erdan.
El principal escenario de los actos de violencia sexual fue aparentemente el festival Nova, donde cientos de jóvenes aún bailaban cuando escucharon los primeros cohetes y que acabó convertido en matanza: de allí proceden un tercio de los muertos civiles y decenas de los rehenes. El equipo tiene motivos para creer que en la explanada en la que se celebraba y en los alrededores tuvieron lugar “múltiples incidentes de violencia sexual, con las víctimas siendo sometidas a violación o violación grupal y luego matadas, o matadas mientras eran violadas”.
El informe incluye, por ejemplo, las descripciones del hallazgo de cinco cadáveres, sobre todo de mujeres, “desnudos de cintura para abajo (y algunos completamente desnudos) con las manos atadas por detrás, y muchos con disparos en la cabeza”. También recoge “información creíble con base en los testimonios de testigos” de una violación de dos mujeres por hombres armados en la misma carretera en la que la investigación encontró “un patrón de cuerpos desnudos, por completo o de cintura para abajo, en algunos casos atados a árboles o postes”. Se da cuenta asimismo de la violación de una mujer junto a un refugio en Reim, uno de los kibutz (colectividad agrícola) atacados. Descarta, por poco creíbles, otros casos que reflejaron en su momento los medios.
Israel defiende desde hace meses que el 7 de octubre no hubo casos aislados de violencia sexual, sino un patrón que formaba parte de los planes de los milicianos de Hamás. En su documento sobre el ataque, el movimiento islamista niega haber participado en un solo caso de violencia sexual, por ir en contra de los preceptos del islam. El equipo de la ONU no se pronuncia al respecto en sus conclusiones. Subraya que no puede determinar en una visita de 17 días ni cuántos casos ha habido en total, ni atribuirlos específicamente. Es algo, añade, que requerirá una investigación plena que probablemente dure años. Por sistema, siempre hay más violencia sexual que la que se conoce.
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Investigación de acceso limitado
El informe contiene numerosas referencias a las dificultades de su labor. La principal, el “limitado número y acceso” a supervivientes de violencia sexual. De hecho, el equipo de Patten no pudo entrevistar de forma directa a ninguna de las víctimas del ataque del 7 de octubre, “pese a los esfuerzos concertados animándoles a hacerlo”. Patten explicó que el pequeño número que queda con vida está recibiendo un “tratamiento especializado de trauma” y no puede hablar de lo sucedido.
Otros retos tienen más que ver con el caos que originó la jornada más letal en los 75 años de historia de Israel, en la que las fuerzas de seguridad tardaron horas en llegar y varios días en dar por segura la zona atacada. El informe cita entre ellos “la limitada evidencia forense a causa del gran número de víctimas y la dispersión de las escenas del crimen en un contexto de hostilidades persistentes; la pérdida de pruebas potencialmente válidas por la intervención de voluntarios de emergencia sin una preparación adecuada, la priorización de las operaciones de rescate y la recuperación, identificación y entierro de los muertos de acuerdo a las prácticas religiosas, por delante de la recogida de pruebas forenses”.
La misión visitó el país entre el 29 de enero y el 14 de febrero, en un momento de creciente hostilidad en Israel hacia Naciones Unidas y hacia ONU Mujeres, entidad a la que ha acusado de ignorar la violencia sexual por sesgo antisraelí y que ha sido objeto de una campaña con el lema “MeToo unless you’re a Jew” (MeToo, salvo que seas judía).
Las autoridades israelíes han recibido, por ello, las conclusiones del informe como una vindicación con meses de retraso, aunque no señale directamente a Hamás ni confirme que la violencia sexual fuese sistemática. “Tiene una enorme importancia”, ha señalado este martes el presidente, Isaac Herzog, en un comunicado. “Sustancia con claridad moral e integridad los sistemáticos, premeditados y continuos crímenes sexuales cometidos por los terroristas de Hamás contra mujeres israelíes”.
La publicación del documento también ha generado un nuevo incidente con el secretario general de Naciones Unidas. Israel, según ha informado su ministro de Exteriores, Israel Katz, ha llamado a consultas a su embajador en la ONU, acusando a Guterres de “intentar silenciar” el “grave informe de la ONU sobre las violaciones en masa cometidas por Hamás y sus aliados el 7 de octubre”; por no convocar al Consejo de la Seguridad de la ONU para “declarar a Hamás como una organización terrorista e imponer sanciones a los que la apoyan”. “Clama al cielo la vergüenza del silencio de la ONU, que no celebra ni una sesión sobre el tema”, ha manifestado Katz.
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