El cerco israelí sobre el hospital de Al Shifa, el más grande de Gaza, se estrecha, con los tanques rodeando el centro médico, principal objetivo de Israel en el norte de la Franja. Según las autoridades sanitarias del Gobierno de Hamás, más de 30 pacientes, tres de ellos bebés prematuros, han muerto por el bloqueo en los tres últimos días. La situación es tan grave que, EE UU, principal aliado de Israel, ha pedido al Gobierno de ese país que proteja ese establecimiento sanitario. El presidente Joe Biden ha asegurado que está en contacto con el Ejecutivo de Benjamín Netanyahu para que haya “menos acciones intrusivas en los hospitales”. Este lunes, además, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés) ha anunciado que se verá obligada a concluir sus operaciones humanitarias en Gaza en las próximas 48 horas, tras agotarse las reservas estratégicas que conservaba. El ministro israelí de Defensa, Yoav Gallant, dice que Hamás ha perdido ya el control del territorio.

Mientras la crisis humanitaria se hace más insoportable en la Franja, la tensión aumenta en los distintos frentes de la guerra. Las escaramuzas entre el ejército israelí y la milicia libanesa Hezbolá han experimentado un preocupante incremento, hasta el extremo de que el ministro Gallant amenazó con bombardear Beirut. También han aumentado los ataques contra las fuerzas internacionales en el noreste de Siria, lideradas por Estados Unidos: cuatro ―con drones y cohetes― en menos de 24 horas, aunque sin causar heridos.

En Al Shifa, bajo el cual Israel sitúa el epicentro de la red de túneles que utilizan los milicianos palestinos, aún hay unos 650 pacientes y miles de civiles que se refugian de los bombardeos. El hospital “ya no está funcionando” como tal, ha advertido el director general de la Organización Mundial para la Salud, Tedros Adhanom Ghebreyesus. “La situación es extrema y peligrosa. Van ya tres días sin electricidad, agua y una conexión de internet muy mala que ha afectado gravemente a nuestra capacidad de proveer atención médica básica. Los constantes disparos y bombardeos han exacerbado las condiciones ya críticas”, ha señalado en la red social X, antes Twitter.

Un cirujano del centro, Ahmed El Mokhallalati, habla de “cerco completo”. “Han bombardeado los depósitos [de agua], los pozos, las bombas de oxígeno […]. Le decimos a todo el mundo que el hospital no es ya un lugar seguro para tratar pacientes”, señaló a la agencia Reuters. Las autoridades han difundido fotos en las que muestran a una decena de bebés juntos en una camilla cubierta con papel de aluminio para tratar de mantener su temperatura corporal.

Tampoco está operativo Al Quds, el segundo mayor hospital del norte de la Franja, incomunicado y sin capacidad de admitir pacientes tras quedarse sin suministros. Allí, el ejército israelí aseguró este lunes haber matado a “21 terroristas” al responder al lanzamiento de una granada desde la entrada del complejo. El Hospital Indonesio, también en el norte, sigue funcionando, aunque bajo mínimos, según el Ministerio de Sanidad gazatí.

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Además de Biden, también se ha referido a la crítica situación de los centros sanitarios de Gaza el asesor de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, Jake Sullivan, que ha asegurado que el Gobierno israelí ha trasladado a Washington que está preparado para suministrar combustible a los hospitales para que puedan seguir funcionando. “Los hospitales deben protegerse y ser capaces de funcionar para que se pueda ofrecer cuidado médico a los pacientes”, ha señalado Sullivan, que ha pedido que las evacuaciones de enfermos a otros centros, en caso de que sean necesarias, se lleven a cabo de forma segura. “El Gobierno israelí nos ha dicho que habrá otras rondas de evacuación”, ha insistido, informa Efe.

Los intensos bombardeos han matado desde el 7 de octubre más de 11.240 personas, entre ellos 4.630 menores y 3.130 mujeres, según el balance difundido este lunes por el Ministerio de Sanidad del enclave, que señaló durante el fin de semana sus dificultades para acceder a los cadáveres y actualizarlo. Las bombas también han reducido barrios enteros a escombros. Más de la mitad de los edificios están dañados, y cientos de miles de personas no pueden regresar a sus hogares. Por órdenes del ejército israelí, la mayoría se han desplazado al sur, la única zona en la que Israel permite una muy limitada ayuda humanitaria que no incluye combustible.

Reservas agotadas

Este lunes, la agencia de Naciones Unidas para los Refugiados Palestinos (UNRWA, en sus siglas en inglés) ha informado de que sus últimas reservas estratégicas de fuel no dan para más. Israel impide la entrada de combustible al masificado enclave palestino desde el 7 de octubre, cuando comenzó su ofensiva ―hoy con invasión terrestre― a raíz del ataque de Hamás.

En una videoconferencia desde Rafah, en el sur de la Franja, el director de la agencia en Gaza, Thomas White, ha señalado que la UNRWA ha podido ir repostando gracias a esas reservas desde finales de octubre, en coordinación con el ejército israelí. “Llegamos a un acuerdo para acceder a esos 200.000 litros y compartíamos con ellos la información sobre adónde iba”, por medio de un “mecanismo con un alto nivel de transparencia y rendición de cuentas” para garantizar que no llegaba a manos de las autoridades de Hamás, como teme Israel.

Ahora, agregó, la UNRWA necesita rellenar esos depósitos a través de un oleoducto que está en Egipto y aplicando el mismo mecanismo. Lo negocia desde hace más de dos semanas con el ejército israelí. “Desgraciadamente, esas conversaciones están detenidas, porque se han llevado a los niveles más altos en el Gobierno israelí […]. Tenemos un plan para priorizar el uso, pero la verdad es no hay nada que podamos hacer. En las próximas 48 horas, simplemente [las operaciones humanitarias] se detendrán”, si no entra combustible, señaló. White insistió en que se refería únicamente al combustible para “llevar a cabo las operaciones más básicas”, no al que necesita el conjunto de la población.

White ha explicado, además, que sus dos principales contratistas de distribución de agua le han comunicado, uno por la mañana y otro por la tarde, que no les queda combustible para hacer las entregas, lo que afectará a unas 200.000 personas. “En cierto modo, puedes estar sin electricidad, incluso unos días sin comida. Pero no sin agua corriente”, por el sistema de gestión de aguas residuales y el riesgo de una epidemia de cólera, que sería “realmente catastrófica” en un momento en el que los hospitales carecen de combustible para lidiar con ella, resaltó.

Bombardear Beirut

En Israel, mientras, la atención se va desplazando de Gaza a Líbano. Las escaramuzas con la milicia Hezbolá han ido aumentando en los últimos días, en paralelo a la beligerancia de las declaraciones de sus respectivos líderes. El pasado sábado, el ministro de Defensa fue preguntado en una conferencia de prensa cuál sería la línea roja cuyo traspaso por Hezbolá desencadenaría un conflicto abierto. “Si oyen que Beirut ha sido bombardeado, es que se ha cruzado”, respondió Gallant.

Los cuatro principales diarios nacionales en hebreo dedicaban ya este lunes sus portadas al denominado “frente norte”, que plantea un dilema a Israel a medio plazo: mantiene evacuados a decenas de miles de residentes de las localidades fronterizas, que no podrán volver a sus hogares sin un acuerdo diplomático previo, a través de mediadores, o una nueva guerra. El portavoz del ejército, Daniel Hagari, apuntó en esta última dirección este domingo, al mencionar de forma vaga en una comparecencia ante la prensa que los militares israelíes tienen “planes de acción para cambiar la situación de seguridad en el norte”. “Hezbolá y el Gobierno libanés son responsables de cualquier disparo desde Líbano. Los ciudadanos de Líbano pagarán el precio de esta temeridad, y por la decisión de Hezbolá de ser el defensor del ISIS [en referencia a Hamás]. La situación de seguridad en la que los residentes del norte de Israel no se sienten seguros para volver a sus casas no continuará”, añadió.

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