La minoría republicana en el Senado ha bloqueado este miércoles en una votación preliminar la petición de la Casa Blanca de una nueva partida de ayuda a Ucrania, pese a los llamamientos de última hora del presidente Joe Biden, que aseguraba que la inyección de fondos “no puede esperar”. Un total de 49 senadores se han opuesto a la provisión de 105.000 millones de dólares (unos 97.000 millones de euros) para Ucrania, Israel, Taiwán y la frontera con México. La medida necesitaba el respaldo de sesenta legisladores para seguir adelante.
A los senadores republicanos, que exigen que la medida económica incluya también una ruda reforma del sistema migratorio, se ha sumado el independiente Bernie Sanders, normalmente alineado con los demócratas. Este legislador progresista se opone a los cerca de 14.000 millones de dólares previstos para Israel en ese paquete. También ha acabado votando en contra el líder de la mayoría demócrata, Charles Schumer, por una cuestión de procedimiento, para poder introducir la moción de nuevo en el futuro.
Tras la votación, Schumer declaraba que el resultado genera “un momento grave que tendrá consecuencias duraderas para el siglo XXI” y pone en peligro el modelo democrático occidental.
El bloqueo pone de relieve la creciente resistencia dentro de Estados Unidos a seguir desembolsando asistencia para Ucrania en un conflicto del que no se vislumbra el fin. Cuando la guerra se aproxima a su segundo aniversario y la contraofensiva de Kiev no ha conseguido sus objetivos iniciales, la atención de la opinión pública ha girado hacia la guerra entre Israel y Gaza.
El rechazo de este miércoles no es necesariamente definitivo, pero sí representa un duro golpe para los demócratas e infunde nueva urgencia a las conversaciones que ya desarrollaban los dos partidos para llegar a un acuerdo sobre política migratoria. Esas negociaciones habían entrado en punto muerto este fin de semana.
En un llamamiento televisado desde el Salón Amarillo de la Casa Blanca, Biden había implorado a los legisladores que dieran el visto bueno a la provisión de fondos. El fracaso de la medida sería “el mejor regalo” que podría recibir el presidente ruso, Vladímir Putin, según el presidente. Sin el respaldo estadounidense a Ucrania, el inquilino del Kremlin podría dominar el país invadido y “no se detendría allí”, ha explicado. Rusia podría hostigar a países del flanco este de la OTAN hasta el punto de forzar la aplicación del artículo 5, que exige que las naciones de la Alianza Atlántica intervengan militarmente en caso de ataque contra alguno de sus miembros.
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“Nos veríamos ante una situación que no deseamos ni buscamos: que tropas estadounidenses tuvieran que combatir contra tropas rusas” en suelo europeo, ha subrayado Biden, que se ha declarado dispuesto a hacer “significativamente más” para reforzar la seguridad en la frontera con México y conseguir el apoyo republicano.
La intervención de Biden forma parte de una intensa campaña de la Casa Blanca en los últimos días para conseguir la aprobación de esos fondos, que incluyen 61.000 millones de dólares para ayudar a Ucrania a repeler la invasión rusa. El presidente de EE UU se ha reunido por videoconferencia este miércoles con los líderes del resto de países del G-7 para reiterar el apoyo de sus gobiernos a Kiev. El lunes, la oficina presidencial advertía de que los fondos disponibles para Ucrania se terminarán este mes y, sin nuevo armamento ni municiones, el país invadido se arriesga a perder lo logrado en casi dos años de combates. Altos cargos ucranios de visita en Washington, incluido el ministro de Defensa, Rostam Umerov, han reiterado el mismo llamamiento perentorio: si no se renueva la asistencia, Ucrania se arriesga a perder la guerra.
Para dar el visto bueno a la provisión de fondos, los republicanos —incluidos aquellos que apoyan la ayuda al país invadido— exigen que se incluyan medidas para endurecer la política de inmigración estadounidense. Los demócratas aseguran que sí están dispuestos a abordar reformas migratorias —un asunto en el que los dos partidos no logran ponerse de acuerdo desde hace décadas— pero no a hacer concesiones con el nivel de dureza que exige la oposición.
El líder de la mayoría demócrata en el Senado, Charles Schumer, ha ofrecido presentar de modo simultáneo en el pleno la petición de fondos de la Casa Blanca y una propuesta de ley para combatir el tráfico de fentanilo. Schumer se ha declarado dispuesto a que los republicanos incluyan una enmienda, redactada por ellos, sobre seguridad fronteriza, para controlar más las llegadas desde México.
La intensidad de la disputa había quedado de manifiesto un día antes: una sesión informativa a puerta cerrada, en la que la Casa Blanca iba a exponer a los senadores de los dos partidos la situación en el campo de batalla en Ucrania degeneró en una pelea a gritos entre los parlamentarios sobre la seguridad de la frontera con México. Estaba previsto que en esa misma sesión interviniera también el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, por videoconferencia desde su país, aunque su participación se canceló en el último momento por motivos no esclarecidos.
El líder de la minoría republicana en la Cámara alta, Mitch McConnell, uno de los grandes defensores de la ayuda a Ucrania —que considera fundamental para proteger la seguridad nacional estadounidense— ha instado a los parlamentarios de su bancada a rechazar la petición. “Espero que todos nuestros miembros voten no a la moción (para que el Senado debata y vote la solicitud de fondos) para dejar claro, ojalá por la última vez, que insistimos en reformas significativas en la política fronteriza”.
Ambos partidos son esclavos de sus votantes en este debate. Los republicanos reclaman dureza en la frontera ante el drástico aumento de las entradas de inmigrantes irregulares en busca de asilo durante el mandato de Biden, una de las cuestiones que más preocupan a sus partidarios. Y también buscan responder a la creciente impopularidad de la causa ucrania entre sus simpatizantes, cuando está a punto de comenzar formalmente la campaña para las elecciones estadounidenses del próximo noviembre. Estados Unidos es el principal apoyo de Ucrania, a la que ha destinado 67.000 millones de dólares, pero los republicanos consideran que Kiev ya ha recibido suficiente asistencia. Algunos consideran que no ha rendido cuentas suficientes sobre ella.
Por su parte, los demócratas, que apoyan casi de modo unánime la ayuda al país aliado, deben ejercer un delicado equilibrio. Su ala progresista se resiste a imponer medidas que restrinjan la inmigración, y demanda, por el contrario, pasos para normalizar la situación de los inmigrantes irregulares dentro del país. Pero al mismo tiempo, legisladores del ala moderada que se presentan a la reelección el año próximo en Estados bisagra o de tendencia republicana reclaman que se tomen iniciativas para controlar las entradas en el país, so pena de perder su escaño en los comicios.
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