Un día después de realizar uno de los mayores ataques sobre el territorio de Ucrania desde la invasión a gran escala, Kiev ha lanzado 13 misiles y 32 drones sobre las regiones rusas de Briansk, Bélgorod, Oriol, Kursk (cerca de la frontera con Ucrania) y Moscú. Las autoridades locales de Bélgorod y Briansk aseguran que hay al menos 14 muertos, incluidos tres niños, y un centenar de heridos como consecuencia de los ataques, en los que, según el mando ruso, se han usado bombas de racimo, como las que Estados Unidos les envió en octubre, y cohetes vampiro de fabricación checa. Ucrania ha confirmado a varios medios locales que está tras el ataque, que se centró en “objetivos militares” y que los daños se deben a los restos de la defensa aérea rusa. El ataque de este sábado en territorio ruso es el que más daños ha causado desde el inicio de la guerra a gran escala, que se ha recrudecido en los últimos días. El Kremlin ha prometido responder. “Este crimen no quedará impune”, afirmó el Ministerio de Defensa ruso en un comunicado. Horas después, lanzó un ataque sobre Járkov, en el este, a unos 30 kilómetros de la frontera con Rusia.

El bombardeo sobre Járkov, que antes del conflicto era la segunda ciudad más poblada de Ucrania, ha afectado a infraestructuras civiles, un hotel, edificios de apartamentos, según las autoridades, que cifran los heridos en ocho. Moscú, que el viernes defendió, tras el ataque masivo contra Ucrania —que dejó al menos 39 muertos— que buscaba “objetivos militares”, ha pedido que se convoque una reunión del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas para hablar sobre el bombardeo de Bélgorod y Briansk. Afirma que Ucrania quiere “provocar” una respuesta de Moscú y que sus unidades en la zona han frustrado lo que llamó “un intento del régimen de Kiev de llevar a cabo un ataque terrorista”. “El régimen de Kiev, que cometió este crimen, está tratando de desviar la atención de las derrotas en el frente”, dice la nota del Ministerio de Defensa. La Gobernación de Bélgorod, una zona que ya ha vivido incursiones de las Fuerzas Armadas de Ucrania, afirma que decenas de casas y las líneas eléctricas han sufrido daños por estos ataques y que el suministro de agua se ha interrumpido.

Mientras, en Kiev, donde como en otras ciudades de Ucrania ―120 localidades grandes y pequeñas, según el presidente, Volodímir Zelenski― se vivió un ataque masivo el viernes, el balance de muertos es ya de 16 solo en la capital y al menos 39 en todo el país. El bombardeo con drones y una amplia gama de misiles (casi 160 proyectiles) ha sido el “más mortífero” para los civiles, según ha asegurado este sábado el alcalde, Vitali Klitschko, en sus redes sociales. En las ciudades ucranias atacadas el viernes, la ciudadanía afronta con cierto temor la llegada este domingo de las celebraciones de Año Nuevo, una de las grandes fiestas tradicionales para el país invadido por Rusia.

Vista del edificio dañado tras un bombardeo en Bélgorod (Rusia), este sábado.AP/ LAPRESSE

Analistas y responsables occidentales creen que Rusia ha reservado los pasados meses misiles de crucero para acumular reservas y lanzar tormentas masivas durante el invierno, como la de este viernes. Advierten, además, de que la combinación de drones y misiles busca localizar las defensas antiaéreas y sus rendijas. De hecho, ninguno de los misiles balísticos ni los de crucero que lanzaron las tropas de Moscú fueron interceptados. El Estado Mayor de las Fuerzas Armadas de Ucrania ha asegurado este sábado que han derribado una decena de drones Shahed, de fabricación iraní, en las regiones de Jersón, Jmelnytskyi y Mikolaiv.

Por su parte, el gobernador de Briansk, Alexander Bogomaz, asegura que los ataques ucranios han sido contra “objetivos civiles”, según informa la agencia Interfax. El ejército ruso asegura, además, que ha derribado un dron marítimo ucranio que se dirigía a la península de Crimea, ocupada por Rusia desde 2014. Varios informes de la inteligencia de Kiev aseguran que uno de los ataques tuvo como objetivo una fábrica de electrónica que las tropas del Kremlin usan para fabricar equipos militares, como misiles de largo alcance y sistemas antiaéreos. Moscú afirma que todo eran objetivos civiles.

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